Llevo dos meses observándote. Observándote.

Paso a tu lado casi a diario y no dices nada.

He ido a visitarte a horas distintas pensando que tendrías un ritmo vital diferente al mío. Pero nada.

Nada.

En blanco

Llevas una temporada en la que no te importa impresionarme.

¿Consideras que algún estudio puede determinar que en estas fechas no te veo? ¿Que no me influyes?

Días de silencio. Reflexionas, ya te entiendo.

Quizá tienes muchas opciones y no te decantas por ninguna, no te convencen.

O no las tienes. Esos estudios diluyen nuestra relación.

No te pasa sólo a ti, otros importantes visibles de la ciudad se han quedado también sin palabras.

Cartel publicitario en blanco

No hables, ¡muestra solo una imagen!

Algo que me haga reflexionar. Indúceme a pensar que no te has olvidado de mi…

Nada.

Momentos en lo que te preguntan ¿Qué te parece lo que te estoy contando? ¿Qué opinas?

Nada que decir, te quedas en blanco. Pero no un «en blanco de examen” en el que el cerebro de repente se va a tomar algo mientras tú lo necesitas para responder una plantilla de preguntas: “¿Cuál pongo? La A… no, la C…, ¡¡no venga la B, que no la había leído bien!! Bueno dejo la A…”

En blanco observando tus respuestas. Pensamientos que antes te servían, que habrías soltado por la boca en un abrir y cerrar de ojos ya no van contigo.

Algo se ha trasformado, alguien le dio al interruptor y cambió el color de la luz.

Tus opiniones modificadas por ti mismo. Boicoteadas, exprimidas y de alguna forma liberadas.

Y con todo esto, más propias que antes.

Un cambio. Y mientras tanto, ese momento en blanco que se expande y no termina de despegar.

Lo antiguo no me sirve, lo nuevo… desconozco.

¿Hacia dónde voy? ¿Qué respondo?

Nada, mejor en blanco.

No porque no tenga opciones para darte. No tengo claro cual te quiero mostrar.

¿Algo distinto? Nuevo. Igual pero pulido.

Conversaciones sobre si la forma de pensar y actuar es heredada. Y cuando te ves eclipsado y paras, analizas e intentas quitar de en medio lo que no es tuyo… ¿qué te queda?

¿Lo podemos quitar todo?

No quiero quitarlo para que desaparezca, sólo para poder aparecer.

¿Quito el caracol? No sé. Y tampoco si mejor lo dejo allí. Pero contactamos, y sólo por ello todo es diferente.

Y mientras me decido, en blanco.

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PD: ¿Cómo estáis? 🙂 Hacía tiempo que no publicábamos en etrusca, ¡¡teníamos muchas ganas!! Gracias a tod@s por vuestro apoyo.

Estamos desarrollando el Blog, os seguiremos contando.

Un abrazo